"animación" proviene de las palabras latinas animare (cuyo significado es "insuflar vida", definición que se mantiene a día de hoy, aunque el término haya adquirido además otros significados) y anima, palabra que aún existe en castellano y que significa espíritu, alma o aliento. La animación consiste en insuflar vida o aliento a un objeto, aunque sea en sentido figurado.
La animación es un concepto general que abarca todas las técnicas posibles en las que se editan imágenes una por una y se reproducen en secuencia de tal forma que se genera la ilusión de movimiento.
Si se reproducen imágenes en secuencia a una velocidad suficiente, el cerebro creará la ilusión de movimiento.
La animación logra esto gracias a un fenómeno muy concreto denominado "persistencia retiniana": si el período que transcurre entre que observamos una imagen y la siguiente es inferior a una décima de segundo, el cerebro las interpretará como una sola imagen continua. El folioscopio ilustra este fenómeno a la perfección, ya que al pasar las páginas rápidamente se crea esa ilusión.
Para lograr que el cerebro perciba un efecto de movimiento convincente, la mayoría de las animaciones modernas emplean de 12 a 24 fotogramas individuales por segundo. Antes de que existieran las técnicas de CGI, estos dibujos se delineaban y se pintaban a mano en una lámina de celuloide, lo que suponía una elevadísima carga de trabajo para producir una película de 90 minutos.
Normalmente se contrataba a cientos de personas para ese tipo de proyectos y se empleaban varias técnicas de dibujo distintas. Hoy en día, lo más habitual es que los fotogramas individuales los genere un ordenador de forma automática. Las animaciones se pueden producir también a partir de varias fotografías, como pasa con la animación de objetos (técnica stop motion).
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